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El 20 de noviembre se celebra la efeméride que conmemora el aniversario del combate llamado de la Vuelta de Obligado, en el que las tropas de la confederación rosista se enfrentaron en ese paraje con la flota anglofrancesa que intervino en el Río de la Plata esgrimiendo "razones humanitarias".

Dia de la Soberanía NacionalMonumento a la Soberanía Nacional del escultor Rogelio Polesello.


La verdadera razón fue la intención de incrementar su comercio en esta parte del mundo, invocando la libre navegabilidad de los ríos –que Rosas impedía– para remontarlos y poder así comerciar directamente con otros puertos de la Confederación y de Brasil, Bolivia y/o Paraguay. Esta intervención ocurrió en el contexto de las hostilidades entre la Confederación y la Banda Oriental, a uno de cuyos caudillos apoyaba Rosas. Por esta razón, tanto Francia como Inglaterra temían que, en caso de vencer en la Banda Oriental el caudillo que Rosas apoyaba, quedaran en su poder ambas orillas del Río de la Plata.

En clara inferioridad de condiciones, nuestros hombres enfrentaron con valentía al enemigo. Después de muchas horas de lucha, la flota anglofrancesa pudo atravesar el codo que hace el Paraná en Obligado, para comerciar río arriba. Sin embargo, sus operaciones comerciales fueron un fracaso. Finalmente, y a pesar de haber perdido en el enfrentamiento, la habilidad diplomática de Rosas, al frente de las Relaciones Exteriores de la Confederación, le permitió firmar por separado las capitulaciones con ambos países en términos que reparaban el daño ocasionado y reconocían el derecho de la Confederación sobre sus ríos interiores.

UN EJEMPLO DE LAS OBRAS DE TEATRO Y GUIONES
Esta obra presenta cuatro actos en total que transcurren durante el año 1877, en la “Sastrería del abuelo Miguel” ubicada en la Ciudad de Buenos Aires. Te mostramos el primer acto y sus diálogos.

Escenario: Se presenta dividido en dos. En una mitad, vemos una sastrería. En el centro, una mesa/mostrador sirve como soporte de las diversas actividades que realizan los actores. Sobre la pared, a espaldas de los personajes, hay estantes con ropa. En la otra mitad de escenario, observamos la sala principal de una casona. Sobre la pared, un cuadro. En el centro de la sala hay un sillón con una pequeña mesa.
Elenco: 7 relatores y 6 personajes (Ignacio, Gregoria, Julia, José Balbín, Tomás y don Manuel).

En la sastrería, se encuentran Ignacio, el sastre. Con él, su esposa Gregoria y los padres de Ignacio, Julia y José. También está presente Tomás, el ayudante de sastre. Menos Tomás, todos están sentados en torno a una mesa alargada y ocupados en las tareas que describe el relator. Tras ellos, sobre la pared, se ven estantes que contienen prendas dobladas y apiladas. Los personajes permanecen congelados mientras hablan los relatores, en semicírculo frente al público.

Introducción
Relator I: ¿Sabían ustedes que los oficios y profesiones fueron surgiendo como consecuencia del excedente o sobrante de alimentos?
Relator II: Así es, cuando no fue necesario que todos los hombres trabajaran para producir sus propios alimentos, comenzó a organizarse la división de los trabajos.
Relator III: Aparecieron entonces quienes tomaban las decisiones y sus ayudantes. Ellos tenían el poder. Los militares y sacerdotes, maestros, artesanos, artistas, comerciantes, estancieros, peones, correos y
tantos otros.
Relator IV: Actualmente conocemos tantos trabajos como necesidades fueron teniendo los hombres a lo largo del tiempo y del progreso tecnológico. Hoy sabemos de especialistas en computación, en genética, científicos nucleares y espaciales, y otras ocupaciones imposibles de imaginar para la gente que vivía en épocas pasadas.
Relator V: Año 1877. Pasaron tres años desde que Nicolás Avellaneda sucedió a Domingo Sarmiento en la presidencia de la República Argentina. Como les contamos en nuestros dos últimos encuentros, la antigua sastrería de don Miguel pasó a llamarse “Sastrería del abuelo Miguel”. Se le había ocurrido a su nieto Ignacio, actual dueño del negocio, en homenaje a ese abuelo que le había enseñado todo lo que sabe sobre corte y confección.

Observamos a Ignacio que cose un pantalón. (Se pone de pie y saluda con una reverencia al público). Tomás, su ayudante, cose una camisa. (Se pone de pie y saluda al público). Gregoria, esposa del sastre, teje un chaleco. (Se pone de pie y saluda con leve flexión de rodillas tomándose de la falda). Julia, la madre de Ignacio, a sus setenta y siete años, borda un pañuelo. (Se pone de pie y saluda con leve flexión de rodillas tomándose de la falda). José Balbín, su marido, como buen comerciante, saca cuentas. (Se pone de pie y saluda con una reverencia al público). (Al saludar, todos vuelven a sus anteriores posiciones).

Relator VI: Vamos a ver que los personajes situados en este año, 1877, irán recordando escenas que se desarrollaron treinta años antes, en la época en que Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires, manejaba la Confederación de provincias.
Relator VII: Hoy vamos a recordar los sucesos que llevaron al combate que la historia llamó “de la Vuelta de Obligado”. En este combate, el país se enfrentó a la poderosa escuadra de naves inglesas y francesas que invadieron nuestro territorio. La defensa fue encargada por Rosas al general Lucio Mansilla, a cargo de milicias y vecinos de la Confederación. Pero basta de explicaciones y vamos a la acción. (Salen de escena los relatores mientras entra a la sastrería don Manuel, un cliente).

Don Manuel: ¡Buenos días a todos! ¡Aquí ha llegado el mejor de sus clientes! ¿Cómo anda, don Ignacio? (Se dirige a él). Vengo a buscar las camisas que le encargó mi esposa porque en unos días salgo en misión hacia Inglaterra. Ella me dijo que ya se las había dejado pagas, ¿verdad?
Ignacio: (Se ríe). Este don Manuel, siempre de buen talante. Sírvase. (Le da un paquete). Estamos a mano. ¿Así que se nos va a Inglaterra?
Tomás: ¿Va en misión religiosa? El señor no parece cura… (Desconfiado).
Ignacio: (Se ríe). ¡Claro que no es sacerdote! Se refiere a una “misión diplomática”, hombre.
Gregoria: (Explicando a Tomás). Don Manuel es un diplomático que hace muchos años trabaja para el gobierno y lo representa ante los demás países.
Julia: ¿Y se podrá saber qué va a hacer un diplomático a Gran Bretaña? (Se dirige a don Manuel).
Tomás: Bueno, bueno… cuánto misterio. (Mira al público).
Don Manuel: Lo que pasa es que los diplomáticos, muchas veces, por el bien de nuestro país, debemos mantener en secreto mucha información para que no nos ganen de mano otros países, que a veces son enemigos. Pero como les decía, esta no es información secreta: voy a Inglaterra para abrir ahí un mercado que nos compre carne de oveja congelada.
José Balbín: ¡Ah, sí! Escuché que el año pasado enviamos desde nuestro puerto a Europa varios miles de carneros congelados. Fue la primera vez y parece que llegaron en muy buenas condiciones tras el viaje en buque.
Julia: ¿Y cómo va a hacer para que allí nos compren esa carne? ¿Les hacen un asadito?
Ignacio: (Se ríe). Pero, mujer, un diplomático como don Manuel debe tener sus contactos…
Don Manuel: Así es, me reúno con los diplomáticos del país, con funcionarios del gobierno inglés, con empresarios y comerciantes, para interesarlos en nuestras carnes. Hablarles de las ventajas que lograrían si nos compran.
José Balbín: Ya lo imagino: los buenos pastos que tenemos para alimentar ovejas, que por eso dan buenas carnes, o nuestro clima.
Don Manuel: ¿Sabe todo lo que ganaríamos si aumentamos nuestro comercio exterior de carnes? Y hablando de eso, me voy porque tengo mucho que hacer antes de subir al barco. ¡Buenos días a todos!

(Todos contestan el saludo mientras Manuel se retira).

Tomás: Yo hay algo que no puedo entender, y lo que entiendo la verdad que no me gusta nada…
Julia: ¿Y qué es eso, Tomás?
Tomás: ¡Cómo puede ser que ahora estemos tan amigos de Inglaterra y hace treinta años, muchos arriesgamos nuestras vidas en el Combate de la Vuelta de Obligado! ¿O ya nos olvidamos que Inglaterra y Francia habían bloqueado con sus naves nuestro puerto?
Julia: Recuerdo muy bien esa época, fue cuando Rosas como gobernador de Buenos Aires se ocupaba de los asuntos externos de la Confederación. Por ese entonces mi hermana Remedios, su marido y sus hijos tuvieron que irse a Montevideo perseguidos por don Juan Manuel. ¿Y todo por qué? Por ser unitarios y pensar distinto.
José: Y sí, algunos se iban a Montevideo, otros a Chile. En épocas de revueltas o amenazas al orden de la Confederación, para los opositores era la muerte, la confiscación, la censura, el exilio…Pero siga Tomás, estaba en lo del bloqueo.
Tomás: El tema es que con el bloqueo, como no dejaban salir ni entrar barcos por el puerto de Buenos Aires, no podíamos vender nuestros cueros o lanas a otros países.
José: Tampoco podíamos comprar afuera productos que necesitábamos. Por eso bajaron tanto los ingresos de la aduana… Imaginen que la aduana era la fuente más importante de dinero para el tesoro de Buenos Aires. Sobre todo por lo que se cobraba cuando entraban al país los productos que comprábamos, y los que, desde aquí, se vendían a las provincias.
Ignacio: Recuerdo que en el 45 o 46 las exportaciones inglesas al puerto de Buenos Aires fueron mínimas o nulas. ¡Si mientras hubo bloqueo, el comercio que había era de contrabando y carísimo!
Gregoria: La gente se quejaba y ni les cuento lo que decían los comerciantes ingleses de aquí y los de Londres.
Tomás: ¡Cuántos recuerdos vienen a mi memoria cuando pienso en ese combate!
Julia: ¡Siga, siga contando, Tomás!
Gregoria: ¡Usted nunca nos contó que participó en esa batalla! Cuente, cuente todo.
Tomás: Para eso, tengo que empezar por el principio. Me parece estar viviendo hace treinta años. Como ustedes saben, mi papá y mi mamá eran esclavos. Mi papá era capataz de estancia, y mi mamá en aquellos años era una esclava que servía en la casa de Palermo.
Ignacio: ¿La casa de Rosas, donde vivía con su hija Manuelita?
Tomás: Así es, allí mi mamá, Rafaela, escuchó un diálogo muy interesante entre Rosas, un ministro, dos embajadores y Manuelita.

(Los personajes salen de escena). Continúa...

Fuente: Efemérides: ¿rutina o desafío?
Autores/as: Alba Irene Guralnik, Ana Moszkowicz Rubel, Eduardo Silber