El reconocimiento de los sujetos como actores con capacidades y susceptibles de poder para la transformación, requiere de la democratización de las relaciones, la puesta en cuestión de los procesos naturalizados y la implicación e inclusión crítica en el terreno de las prácticas. Es necesario reconocer las posibilidades, repensar las definiciones de los problemas, animarnos a discutir el poder. ¿Cómo podemos repensar las instituciones y las prácticas? ¿Existen ejes que nos permitan pasar de la enunciación a la acción? ¿Estamos dispuestos a asumir prácticas de redistribución del poder? ¿Y a co-laborar? Estas preguntas pueden reconocerse articuladas a distintos conceptos (resiliencia, empoderamiento, democratización de las relaciones sociales y domésticas) que de la mano de luchas conceptuales llevadas adelante por distintos grupos y comunidades desde hace algunas décadas vienen a reorganizar el espacio de lo social, tratando de entender los cambios y motorizar las transformaciones. El campo de la educación, escenario de estas tensiones, ha sido y es un territorio propicio y urgente para estas preguntas y estas acciones. Daniel Korinfeld