El mundo que rodea a la escuela es inmenso, variado, atractivo. Es también tarea de los educadores seleccionar fragmentos significativos de la realidad cotidiana para transformarlos en experiencias sorprendentes. Salir, explorar otros ambientes, reconocerse en otros espacios junto a los compañeros, investigar, disfrutar, son formas de abrir la escuela al mundo, de aprender. Una salida, una excursión, son diferentes de las que el niño puede realizar junto a su familia, justamente porque aquí aparecen las intenciones pedagógicas, la posibilidad de compartir en grupo, la mirada del docente. Pero también, en muchos casos, la escuela posibilita a los niños oportunidades a las que, por diversas razones, no accederían de otra manera: entonces una obra de teatro, una exposición de arte, un campamento, se convierten en ocasiones privilegiadas de acceso a la cultura, al contacto con la naturaleza, al desarrollo de la autonomía y de la cooperación. Pablo Ziperovich rescata el valor de las salidas, del contacto con el medio natural y social, y la necesidad de anticipar y prever todos los aspectos posibles. ¿Animarse a un campamento? Sí. Daniela Manela ofrece una serie de pautas y una secuencia de trabajo para organizar un campamento, anticipando los detalles para una experiencia inolvidable. Fabrizio Origlio y Jorge Ullúa abordan las salidas a espectáculos, conciertos, muestras y exposiciones, considerando que las intervenciones docentes adecuadas convertirán a estos paseos en un acercamiento a la cultura. El teatro también es el eje de la experiencia que relatan Estela D'Angelo y Laura Ahumada. Allí van los niños en tren, y la salida se convierte en un proyecto de trabajo. Finalmente, Fernanda Barnes, a partir del marco teórico de Rudolf Steiner, propone caminos para acompañar las primeras experiencias de los más pequeños fuera del ámbito del hogar.