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No hay vida sin exploración, sin búsqueda de lo ignoto y encuentro con lo perdido y el deseo de recuperarlo y de toparse con lo inédito. Cuando se desata la pubertad, no es el empuje hormonal aquello que da cuenta de todo el proceso que se inicia, no estamos sólo frente a la búsqueda de la satisfacción de la sexualidad apremiante: estamos asimismo ante la llamada del mundo.
Este libro ayuda a los psicoanalistas en su tarea clínica y a los educadores para entender a sus alumnos mediante una lectura de los procesos de la adolescencia, destacando la actividad exploratoria como mandato de desarrollo y sus patologías. Describe la batalla que se desarrolla en el inconsciente entre las fuerzas edípicas y las que impulsan a una exploración del mundo extrafamiliar. Ubica la relación del adolescente con su generación, el corte con la de sus padres y su relación intergeneracional con los menores y los mayores. Analiza la problemática de la violencia adolescente así como los nuevos modelos de subjetividad que los medios proponen a los adolescentes. En definitiva, indaga y propone los mejores caminos para contribuir a una sana estructuración subjetiva, al crecimiento en la adolescencia.
Capítulo 1.
Condenado a explorar
Capítulo 2.
La metamorfosis
Capítulo 3.
El hallazgo de objeto
Capítulo 4.
La errancia y la exploración
Capítulo 5.
Los pisos de significado
Capítulo 6.
El cuerpo experienciado
Capítulo 7.
El espacio de la inmadurez
Capítulo 8.
La batalla crucial
Capítulo 9.
Lo generacional, transgeneracional e intergeneracional
Capítulo 10.
El adolescente expresado en los medios: nuevos modelos de subjetividad
Capítulo 11.
Bowling for Argentine. El adolescente en el mundo violento y la violencia adolescente en el mundo
Capítulo 12.
Alcance de los lemas en la estructuración subjetiva
Detrás de este libro hay una larguísima historia de trabajo clínico y estudio sobre el tema. Empezó con mi trabajo hospitalario en los fines de la década de los 60 y comienzos de los 70, en el Servicio del Hospital de Día del Hospital Borda, dirigido por Jorge García Badaracco, donde aprendí a atender adolescentes psicóticos en forma individual y grupal y compartí, junto a los pacientes y sus familias las asambleas que coordinaba el doctor Badaracco, cuyo manejo de la enfermedad mental despertaba en mí una enorme admiración. A partir de esa primera inserción, seguí atendiendo niños y adolescentes en muchos medios hospitalarios e instituciones privadas, primero como analista y luego como supervisor y director de equipo. No interesa en esta nota un desarrollo curricular, sino el acopio de experiencia que esta tarea clínica me brindó.
Simultáneamente estudiaba y enseñaba. Participé como ayudante y profesor de las cátedras de niñez y adolescencia que en mi época se llamaban Evolutiva I y Evolutiva II, bajo la titularidad del profesor Knobel que, junto a Arminda Aberastury, escribió un texto que sigue siendo un clásico de la adolescencia. Arminda, con sus conceptos de duelo del adolescente por el cuerpo, padres y mundo infantil, aportó un concepto clásico que sigue trabajando bajo un nuevo lenguaje. Freud, la teoría kleiniana y lacaniana y sus pensadores, Winnicott, Piera Aulagnier, Marilú Pelento, Ricardo Rodulfo, P. Guttton y otros muchos generaron en mí la base teórica y las discusiones inter e intrapersonales a partir de las cuales desarrollé mis propias ideas.
Durante más de quince años coordiné los Seminarios de Adolescencia de Referencia Buenos Aires, en estrecha colaboración con Marité Cena y Marilú Pelento y fui responsable de la cátedra de Psicopatología de la Adolescencia del Posgrado de niñez y Adolescencia de la UBA, dirigido por Ricardo Rodulfo, con quien me une una estrecha amistad. Colaboré con el comité académico de la carrera de Adolescencia de la UCES, que dirige Beatriz Janin, carrera en la que dicté diversas materias. El Departamento de Niñez y Adolescencia de APDEBA y de APA, así como la cátedra de Adolescencia de la UBA, cuyo titular es Adrián Grassi, me ofrecieron innumerables veces su espacio y un marco amistoso para presentar y discutir mis ideas.
Producto de toda esa historia de trabajo, fueron emergiendo artículos cuyo eje central era la adolescencia y que fui publicando en diversos medios y presentando en congresos y conferencias. Esos artículos y conferencias son la base de este libro.
Si bien me doy cuenta de que mi gran interés por la niñez y la adolescencia se debe a mi interrogación por los procesos de estructuración subjetiva y sus consecuencias, cuando estoy frente a la tarea clínica ese interés está muy por debajo de mi propósito de disminuir el sufrimiento de mis pacientes niños y adolescentes. Ese es el motor más importante de mi trabajo y espero que los esfuerzos de escritura puedan tener alguna utilidad en esa dirección. Como el título del libro, un psicoanálisis se hace con marchas y contramarchas, en una especie de zigzag espiralada.
Quiero hacerle un agradecimiento especial a la licenciada Marcela Pereira, directora de la colección Conjunciones al momento de elaborar este libro, por el gran trabajo que se tomó para la corrección de cada capítulo. Sus agudas observaciones críticas mejoraron mucho el resultado que ahora les presento. Agradezco asimismo a todos mis colegas y alumnos la participación que tuvieron en la emergencia de estos escritos y me disculpo con aquellos lectores que, leyéndome casualmente, no encuentren inspiración para su clínica y su trabajo psicoanalítico. ¡Otra vez será!
Mario Waserman
Mario Waserman
Psicoanalista y profesor titular de Psicopatología II en la Carrera de Posgrado de Niñez y Adolescencia (UBA). Profesor invitado en la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños (UCES). Ex profesor titular de la primera escuela de Psicología Clínica de Niños. Supervisor clínico de distintos servicios de niñez y adolescencia.
Título: Condenados a explorar
Subtítulo: Marchas y contramarchas del crecimiento en la adolescencia