Una preocupación permanente de docentes y personal de conducción, que se reactualiza constantemente, ha sido determinar cuál puede ser la mejor oferta educativa que se propone a los alumnos y qué tipo de estructura didáctica asumirá dicha oferta. Sería deseable que todo y toda docente pueda determinar, a través de su capacidad de observador, y mediante su particular sensibilidad para leer las necesidades educativas de sus niños, cuál será la propuesta didáctica más adecuada. Si como docentes lo que más interesa es entender y orientar el desarrollo mediante situaciones contextuadas e intencionales de enseñanza, lo esencial es no imponer lo que se presupone son sus metas, pero que no se adecuan a las particulares características del grupo para el cual se planifica dicha oferta. La propuesta didáctica no debe responder mecánicamente a la planificación del o la docente, ni tampoco ser el reflejo simplista de la espontaneidad de chicas y chicos: la propuesta didáctica debe contener las intenciones educativas del docente y los intereses de alumnas y alumnos respetando sus puntos de partida, sus saberes previos y atendiendo a la diversidad. De este modo la enseñanza se carga de significatividad y responde a los principios de globalización de la enseñanza. Reiteradamente se dice que la función social del nivel inicial es acercar a la niñez a la realidad para que puedan apropiarse de ella y sepa desarrollarse en ella. En consecuencia, la enseñanza de conocimientos, estrategias, actitudes, valores, normas que permiten conocer, interpretar y actuar en la realidad, debería partir de problemas concretos, situaciones reales, cuestiones de la realidad más o menos próxima a intereses y necesidades de los chicos. Niñas y niños permanentemente se encuentran en contacto con parcelas progresivamente más amplias de su realidad: así aprenden los productos de la cultura, es decir instrumentos, producciones científicas, artísticas, tecnológicas, y también valores y normas. Pero mediante su propia actuación también aprenden estrategias para conocer ese entorno. Su interacción no es sólo con objetos. Esa interacción es esencialmente mediatizada por personas. La escuela es responsable de coherentizar esos intercambios con intencionalidad. Los intercambios en la escuela deben facilitar la construcción conjunta de significados cada vez más amplios y complejos sobre la realidad. Los modos que asuman las intervenciones docentes y la intencionalidad puesta en su propuesta didáctica, facilitará o inhibirá tal construcción de relaciones. Las unidades didácticas y los proyectos áulicos se configuran como los diseños que ponen de manifiesto la manera en que las y los docentes pueden organizar didácticamente su oferta educativa respetando los criterios que recién hemos caracterizado en tanto facilitan el establecimiento de vínculos con el mundo real y parten de problemas extraídos de la realidad.