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La educación de los adultos confirma una realidad problemática: la educación como derecho universal constituye una declaración no cumplida. Sin embargo, la oferta escolar que se les destina ha sido escasamente estudiada. Los cambios que la educación sufrió en los '90 dejaron huellas graves en el sistema escolar, y la educación para adultos no quedó al margen de este proceso. En esta obra se analiza esta situación desde tres perspectivas: la institucional, la curricular y la normativa. A partir del diagnóstico, se proponen modificaciones institucionales y normativas, pensando en una identidad de la educación de adultos que tome en consideración tanto las características de los estudiantes como la necesidad de avanzar en un proceso de democratización educativa y social. El libro es resultado de una investigación que estudió "las pedagogías del adulto" y de qué modo las políticas públicas, en especial los cambios curriculares y las normativas que regulan el trabajo escolar, inciden en ellas.
Capítulo 1
El campo de la educación de adultos. Su diversidad conceptual y política
Con María Eugenia Cabrera Capítulo 2
¿Qué sucede en las escuelas? Las pedagogías de la educación de adultos
Con María Eugenia Cabrera Capítulo 3
La normativa para educación de adultos. Una de las fuentes para entender la vida escolar
Con María Eugenia Cabrera Capítulo 4
La política curricular. Nuevos planes para viejas discriminaciones Capítulo 5
La identidad de la educación de adultos.
Propuestas para una agenda alternativa
Este libro es resultado de una investigación que llevamos a cabo en el Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján.1 Nuestro trabajo se centró en el nivel medio para adultos, con el objetivo de comprender cómo se enfoca el trabajo en las escuelas y de qué modo las políticas públicas de la década de 1990 incidieron en ellas. El plan del libro incluye el diagnóstico de los enfoques del trabajo en las escuelas lo que llamamos las pedagogías del adulto, de las normativas y cambios curriculares que regulan el trabajo escolar y nuestras ideas respecto de cuáles son puntos nodales sobre los que habría que intervenir para que la educación media para adultos se convierta en parte de un proyecto de democratización del sistema escolar.2
Los cambios que la educación argentina sufrió en la década de 1990 dejaron huellas graves en el sistema escolar, y la educación para adultos, obviamente, no quedó al margen de este proceso: el deterioro curricular, la destrucción de la estructura del sistema, su fragmentación resultado de la pseudofederalización, siguen afectando la democracia interna, el trabajo de docentes y directivos, la claridad de los objetivos del trabajo escolar, los efectos sociales de una política deteriorante.
¿Por qué, con los problemas que presenta la educación infantil-juvenil, concentrarnos en la situación de la educación de adultos? Esta oferta escolar ha sido escasamente estudiada hasta el presente. Algunas jurisdicciones comienzan a observarse a sí mismas y están, en los últimos tiempos, produciendo materiales, pero éstos tienen circulación limitada.3 Pensamos que la escasez informativa refleja la falta de atención que se asignó al campo. Sin embargo, los datos sobre el nivel de escolaridad de la población de 15 y más años dan cuenta de una desigualdad que no puede dejarse a un lado sin que implique hacer caso omiso del no cumplimiento del derecho a la educación para un alto porcentaje de población. Datos provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (mayo de 2002) y del último Censo, señalan que la mitad de la población en condiciones de trabajar no ha completado los estudios secundarios. La distribución de la cantidad y tipo de educación está y estuvo asociada estrechamente a la estructura social. Hace muchos años que las investigaciones de sociología de la educación presentan evidencias de la desigualdad existente en la distribución cualitativa y cuantitativa de la educación; el sistema escolar para niños y jóvenes se caracteriza por su segmentación y por conformar circuitos diferenciados que inciden en la trayectoria educativa y laboral posterior de los alumnos. Estas condiciones son particularmente evidentes en el campo de la educación para adultos porque, en su mayor parte, ésta está destinada a una población que suele retomar su escolaridad después de fracasos. Sus ofertas no siempre facilitan la ruptura del círculo vicioso en el que un bajo nivel escolar inicial obstaculiza posteriores elecciones de calidad.
Esta situación es uno de los datos más fuertes de una realidad problemática: la educación como derecho universal constituye una declaración no cumplida. Ante este panorama, cabe interrogarse respecto de las posibilidades que se ofrecen, así como sobre las acciones y las políticas que se consideran deseables para romper ese círculo vicioso, comenzar a revertir la desigualdad y avanzar en un proceso de democratización educativa y social.
La oferta de educación de adultos fue resultado de los fracasos en la escolarización inicial, de la diferenciación de las condiciones educativas de sectores sociales subalternos y tuvo carácter fundamentalmente compensatorio, sin llegar a resolver las desigualdades en las posibilidades de escolarización. En los últimos años, la diferente distribución de la educación escolar más allá del juicio de valor académico o ideológico que pueda hacerse sobre la escuela parece tener más grave repercusión, dada la presión social por certificaciones y conocimientos, como condición para ingresar o permanecer como trabajador o para integrarse como ciudadano.
¿Que nos dicen los datos sobre la educación de los jóvenes y adultos? Las cifras muestran un porcentaje de analfabetismo en el nivel nacional que da cuenta de la diferencia entre regiones. Según el Censo de 2001 en todo el país, cerca del 3% de las personas entre 10 y 49 años son analfabetas, pero hay provincias en las que este porcentaje pasa del 6% (Misiones, Santiago del Estero, Corrientes) y Chaco llega al 8%. Por otra parte, en un momento en que para cualquier tipo de trabajo se está pidiendo escuela secundaria, los datos del último Censo señalan que la mitad de la población en condiciones de trabajar no ha completado los estudios secundarios y que el 7% de la población económicamente activa no completó la educación primaria, el 23,7% tiene sólo la primaria completa y el 18,8% ingresó al secundario pero nunca lo terminó. Esto indica que el 49,5% de la población con aspiraciones de conseguir un empleo no llegó a culminar niveles de enseñanza media.4
Hay en este horizonte oscuro una deuda interna no pagada y cabe preguntarse qué hace o hizo el Estado ante ella, qué caracteriza a las políticas públicas y a los modos de trabajo institucional sobre los que se estructuran las ofertas de educación destinadas a los sectores sociales que no pudieron acceder a los hoy necesarios niveles de escolaridad. Nuestra búsqueda de respuestas se encuadra en una perspectiva político-pedagógica crítica: intentamos develar las pautas de conocimiento y las condiciones sociales restrictivas de nuestras actividades prácticas (Popkewitz, 1988) en el campo de la educación de adultos, no sólo por el interés que tenemos en sus particulares problemas, sino también porque consideramos que constituyen analizadores de la tendencia neoliberal que hegemoniza las políticas nacionales en la década de 1990. Conocer estas tendencias permitiría interpretar la dinámica política tanto en el nivel de las normativas como de la gestión institucional y la práctica docente e identificar para modificarlos aquellos aspectos del sistema de educación de adultos que refuerzan la desigualdad.
Antes de publicar estos resultados discutimos con estudiantes universitarios y con docentes, en cursos y seminarios, los contenidos que acá desarrollamos y los difundimos a través de ponencias y en algunos artículos. Los comentarios recibidos, las preguntas y reflexiones suscitadas, nos llevaron tanto a revisar y a reajustar nuestros análisis como a confirmarnos que ayudaban a entender situaciones vividas, a precisar preguntas, a revisar los modos de trabajo de los profesores. Esta gradual puesta en circulación de los problemas y de las propuestas que planteamos nos resultaron un estímulo para hacer llegar nuestro trabajo a más lectores.
Si bien este libro fue escrito bajo mi dirección y parte de él entre dos María Eugenia Cabrera y yo, hay acá muy diversas voces. Están las opiniones de los docentes que, en largas entrevistas, nos transmitieron sus vivencias, sus alegrías y dolores del trabajo en las escuelas, sus reclamos no siempre escuchados por una mejor educación. Corresponde, por eso agradecer las horas que nos brindaron, las ideas que nos transmitieron y los interrogantes y problematizaciones que nos generaron.
En diversas etapas de la investigación participaron otros colegas: María Sara Canevari trabajó a lo largo de parte importante del proceso; Stella Maris Mas Rocha, Luciana Manni y Sabrina Rodríguez procesaron información recogida en documentos y entrevistas.
El texto de este libro incluye una parte de nuestros datos e interpretaciones. Los resultados de la investigación son más amplios y quien desee complementar la lectura del libro puede encontrar en la página web www.noveduc.com/documentos.htm una breve historia de los centros de educación secundaria para adultos desde su origen hasta más allá del 2000, escrita por María Sara Canevari, y una ampliación de los temas referidos a las normativas y a los cambios de planes de estudio.
Es posible que algunas características que señalamos a lo largo de este texto hayan cambiado. Sólo nos preguntamos e invitamos a nuestros lectores a hacerse esta pregunta si los cambios que pueden identificar hoy en la realidad colocan a estas escuelas en una situación muy distinta de la que nosotros presentamos acá, si son realmente una vuelta de tuerca significativa o si constituyen, como muchas veces ha sucedido, una modificación de algunos aspectos que, gatopardísticamente, mudan algunas cosas para que todo siga igual. También los invitamos a detectar qué vale la pena conservar y acrecentar, qué experiencias merecen ser compartidas y multiplicadas porque muestran una apertura y un compromiso con una forma más justa de distribuir la educación, este bien que, como los bienes materiales, se tornó escaso para tantos ciudadanos.
Compartir la información que produjimos es una invitación a discutirla y, en especial, a intervenir para revertir procesos que marcan uno de los dramas sociales del presente.
Tal como plantea Freire, resulta indispensable no perder de vista aquellas preguntas estrechamente vinculadas a toda práctica pedagógica: conocer para qué, conocer con quiénes, conocer a favor de qué, conocer contra qué, conocer a favor de quiénes, conocer contra quiénes (Freire, 1988).
Las respuestas que adoptemos ante estos interrogantes permitirán la construcción de políticas y prácticas que tengan como efecto el mantenimiento o, por el contrario, la transformación de la situación actual. Silvia BrusilovskyDirectora
Silvia Brusilovsky
Licenciada y profesora en Ciencias de la Educación (UBA). Ejerció como maestra en programas de educación popular (Departamento de Extensión Universitaria, UBA). Es profesora titular y fue jefa de la División Educación de Adultos y vicedecana del Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján. Como investigadora y asesora actuó en UNESCO, en las universidades nacionales de Luján, Buenos Aires, Comahue, Mendoza y Rosario y en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Educación (CICE), asociado al Instituto Di Tella. Dirige la Revista Argentina de Educación, de la Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación.
María Eugenia Cabrera
Licenciada y profesora en Ciencias de la Educación y Magister en Política y Gestión de la Educación (UNLu). Es docente e investigadora del Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján de las asignaturas Seminario Educación de Adultos y Sociología de la Educación. Su tesis de maestría estudió la problemática de la educación básica de adultos y la reforma educativa en la provincia de Buenos Aires.
Título: Educación escolar de adultos
Subtítulo: Una identidad en construcción
Autor/es:
Silvia Brusilovsky
- María Eugenia Cabrera