«Fue ese momento el que quedó, ese barullo de españoles matándose entre los cerros, fue ese instante -la mano que le acaricia el pelo, la cicatriz de la mejilla- y no la sangre, el estampido que el soldado aprende a olvidar. - Cierto, uno se olvida - piensa Nemesio mientras termina el mate. De haber sido otro, un General, digamos un Coronel, al menos, hubiera escrito esos olvidos. Le hubiera puesto nombre a las batallas. Pero la memoria del soldado desconoce la historia, se hace durante meses, durante años, mientras dura la campaña. Nadie hace el recuento de los piojos, la fiebre, los pies llagados, las diarreas que persiguen al soldado. A nadie le importa.» Pedro Orgambide, «Vida y memoria del guerrero Nemesio Villafañe», en Crónicas del Nuevo Mundo Afortunadamente, desde hace algunos años existe la posibilidad de que personas como Nemesio puedan tener su lugar en la historia. Las memorias, los recuerdos de la gente común comienzan a constituirse en fuentes históricas y, como tales, tienen un valor similar al de los documentos tradicionales, porque es intención de los historiadores analizar los procesos sociales y la vida de la gente común más que los hechos “importantes” y los grandes personajes. Las palabras de nuestros abuelos, nuestros maestros, recuperadas a través de entrevistas de historia oral, se convierten en documentos tan objetivos (o subjetivos) como una carta, un texto gubernamental o un periódico antiguo. La escuela es un ámbito propicio para el desarrollo de esta visión de la historia, en tanto los docentes cuenten con las herramientas conceptuales y procedimentales que aseguren un trabajo sistemático y, sobre todo, con permanencia en el tiempo. Sabemos que la enseñanza de la historia, sobre todo en los primeros años de escolaridad, es una tarea compleja. En la medida que los conceptos y temáticas sociales sean significativos para alumnos y docentes, la tarea se simplifica y adquiere otro valor, sobre todo cuando el alumno se reconoce como parte del proceso histórico. En este marco, consideramos que la creación en el ámbito escolar de un archivo histórico que centre su temática en el pasado de la propia institución y que se integre -fundamentalmente- con fuentes orales creadas por los alumnos, constituye un camino facilitador de la enseñanza de las ciencias sociales. Nuestro objetivo es que este libro permita a docentes y directivos encontrar las herramientas necesarias para construir ese archivo en el marco de un proyecto que articule tareas de creación de fuentes orales, recuperación de todo tipo de documentos y utilización de fuentes históricas en un contexto de investigación escolar.