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La literatura infantil plantea a los docentes una mayor exigencia en su información sobre la multitudinaria oferta de libros que aparecen en las librerías. Se requiere mayor rigor en la selección que se realizará para formar a los niños como lectores de literatura. Dar a leer buenos libros es una tarea y un compromiso a la vez, con el objetivo de formar ciudadanos abiertos a participar y proponer, a cuestionar lo que está mal y buscar mejores condiciones de vida, a fundar una sociedad en la que se imponga la justicia y la equidad.
Están presentes en esta obra las voces, muchas veces silenciadas, de los niños y niñas que inician su escolaridad con asombro y expectativas, buscando juegos, canciones, cuentos, aprendizajes. Buscan como todos los humanos, la parcela de felicidad que merecen disfrutar.
Capítulo I
Los secretos que guardan los libros de literatura
Capítulo II
Cantar, leer y narrar en el Jardín Maternal
Capítulo III
Los Derechos de la Infancia en los libros de literatura
Capítulo IV
La cuestión de género en los libros infantiles
Capítulo V
Bibliotecas en acción
De la mano de cuentos y poemas se puede llegar, quizás, no demasiado lejos, pero sí hondo, e instalar una forma diferente de estar en el mundo. En la ficción, en la poesía, hay ideas, nociones, sensaciones, obsesiones, que pueden llevarnos a leer y sentir la realidad de otra manera. A veces, a ver lo que no vemos y sin embargo está ahí, a captar una puerta posible de abrir, a activar el deseo y la fe por lo desconocido. 1
Esta reflexión de Laura Devetach, maravillosa artesana de la palabra poética, ha sido la fuente inspiradora de mi tarea en el nivel inicial, y su convicción está presente en las páginas de este libro. Y está bien que así sea, porque debemos lealtad a nuestros maestros, a los que generosamente compartieron su saber con nosotros, y Laura Devetach es exactamente eso: mi maestra de Literatura para Niños.
Lo recibido de ella, hace treinta años, se fue enriqueciendo con el aporte de todas las maestras jardineras que asistieron a mis clases, formularon sus inquietudes, contaron sus experiencias y me enseñaron a descubrir los secretos de las salas del jardín de infantes. De modo que el saber teórico se fue moldeando con el calor de la práctica áulica que ellas, las maestras, desarrollaban en las escuelas.También hizo falta indagar en otros campos disciplinarios, como la psicología, la antropología y la sociología. El entramado de estos diferentes saberes, teóricos y vivenciales, se plasma en este libro dedicado a las docentes de jardines maternales y jardines de infantes y a todos los adultos que recorren caminos de la mano de niños y niñas en sus primeros pasos dentro de la escuela.
Y lo he titulado Abrir un libro abrir el mundo, porque tengo la certeza de que el mundo se presenta oscuro y tenebroso en la medida en que no sabemos por qué suceden las cosas que suceden, qué paisajes se pueden inaugurar una vez que se posee la llave de abrir esa puerta que conduce a la lectura. Una puerta prohibida para el analfabeto, o para el que abandonó su contacto con los libros por desgano o por tristeza, y que cuando se puede abrir, se puede ver y se avanza en un territorio de vuelos, de luminosidades, de utopías. Comienza la aventura de desplegar potencias dormidas y es posible pensar antes de actuar, planificar antes de decidir, programar estrategias antes de doblegarse frente a las exigencias del mundo globalizado.
También están presentes en este libro las voces, muchas veces silenciadas, de los niños y niñas que inician su escolaridad con asombro y expectativas, buscando juegos, canciones, cuentos, aprendizajes. Buscan, como todos los humanos, la parcela de felicidad que merecen disfrutar. El jardín de infantes debe ser, en primerísimo lugar, un jardín para la infancia, un espacio de ternura y de justicia, y un fortín severo que defienda la Convención de los Derechos de Niños y Niñas.
La literatura infantil en el nivel inicial plantea hoy a los docentes una mayor exigencia en su información sobre la multitudinaria oferta de libros que aparecen en las librerías. Se requiere mayor rigor en la selección que se realizará para formar a los niños como lectores de literatura. Dar a leer buenos libros es una tarea y un compromiso a la vez, con el objetivo de formar ciudadanos abiertos a participar y proponer, a cuestionar lo que está mal y a buscar mejores condiciones de vida, a fundar una sociedad en la que se impongan la justicia y la equidad.
Nota
1. Devetach, Laura.La construcción del camino lector. En Cuadernos de Iberoamérica. Escuelas que hacen escuela II. O.E.I. (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura) pág. 127.
Lidia Blanco
Profesora de lengua y literatura en enseñanza media, normal y especial. Egresada de la U.N.B.A. en 1977. Especialista en literatura infantil y juvenil. Profesora del Seminario de Literatura Infantil en la Facultad de Filosofía y Letras (U.N.B.A.) desde 1988 hasta 1996. Profesora de literatura infantil en profesorados en educación preescolar y primario.
Coautora y compiladora de Los nuevos caminos de la expresión, Buenos Aires, Colihue, 1990. Literatura infantil. Ensayos críticos, Buenos Aires, Colihue, l992. Cuentos Primer nivel, Buenos Aires, Colihue, 1978. El puente sobre el río, Buenos Aires, Colihue, 1980.
Profesora de Teoría de la Comunicación en la Escuela de Arte Leopoldo Marechal, La Matanza, desde 1994. Profesora capacitadora en los niveles inicial, primario y medio. Colaboradora en el periódico Espacios de Lectura del Fondo de Cultura Económica, México. Colaboradora en las revistas de literatura infantil La Mancha e Imaginaria.
Participa como expositora en numerosos congresos y seminarios. Recibió el Premio Pregonero en julio de 1998, otorgado por la Fundación El Libro por su trayectoria como especialista de Literatura Infantil y Juvenil.