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En la clínica con las infancias, la complicidad se escenifica, se dibuja, se escribe, se escucha, se juega, se habla, se canta, se pinta, se imagina; ella se compone en devenires sensibles y demanda poner el cuerpo. Es preciso deconstruir el espacio, la imagen corporal y el dispositivo para alojarla en las escenas que nos presentan las infancias.
Esteban Levin propone ingresar en las complicidades de los niños, para asumir el riesgo y crear junto a ellos deseos, imágenes y afectos inexistentes hasta ese instante.
Las complicidades constituyen el universo infantil y, a su vez, son constituidas por los acontecimientos y el movimiento en el que se juega y se escenifica la niñez. La experiencia cómplice se engendra en la relación con los más pequeños, donde el sufrimiento puede transformarse. La sensibilidad se establece en tanto recepción y donación, a partir de la imagen performativa del cuerpo.
Este libro surge del encuentro con niños y niñas. Ellos nos relanzan al origen del pensamiento sensible y cuestionan cualquier presupuesto teórico alejado de las experiencias.
- Ilustraciones de Laura Jaite -
Introducción.
Complicidades ínfimas
Capítulo 1.El devenir de la imagen del cuerpo en la clínica con niños y niñas
La complicidad del sinsentido. Abrir la puerta para ir a jugar
La complicidad de la imagen del cuerpo. Milo hace la escena
Complicidades inesperadas. El asombro de Lucio
La complicidad de la hoja. Alejandra descubre dimensiones desconocidas
Capítulo 2.Cómo recibir la experiencia sufriente de las infancias y sus familias
La complicidad con las familias. Julieta y Darío no cesan de jugar
La comunidad de las infancias
La complicidad de las huellas. La sensibilidad de Marcela
La complicidad del espejo. Ser otro con Lucía
La complicidad-bicicleta. León se sostiene en el movimiento
Capítulo 3.La experiencia sensible del deseo. El cuerpo en juego
La complicidad en la puerta ocho. Adrián y Mario juegan a la aventura
La complicidad de los capuchones. Mateo crea lo que imagina
La complicidad en eco. El "¿qué es eso?" llama al "¿por qué?"
Capítulo 4.La imagen corporal cuestionada. Diagnósticos y pronósticos en los más pequeños
La complicidad de la resonancia. El grito de Mariana, Felipe, Lucio, Manuel y Victoria
La sensible experiencia entra en el grito
La complicidad del silencio. Lucas aparece a la una a las dos... a las tres...
La complicidad en red. Maxi, Vicente y Claudia, la tercera imagen del cuerpo en juego
Capítulo 5.La complicidad en escena, el entre transferencial
La complicidad del olor. Fernando huele la experiencia
La complicidad del montaje gestual. Nicolás parpadea para jugar
La complicidad cuestiona el autismo. Tomás abre el mundo
Capítulo 6.Jugar, crear, e imaginar el afecto que no existe
La complicidad de la mentira. Rocío inventa un saber que nadie sabe
La complicidad del gol. Dante se lanza a caminar
La complicidad tiene alas de papel. Ramiro aviador
La complicidad del autito. Pablo arrastra y crea el mundo
Complicidad inconclusa del final. Los interrogantes
Corolario.
Desenlace y enlace
Este libro agrupa complicidades: algunas dispersas, otras errantes, pequeñas, traviesas e inquietas, generadas a partir de diferentes contingencias durante el quehacer clínico, educativo, cotidiano, epocal e imaginativo, atravesadas por instantes fecundos vinculados con las infancias.
Todas las complicidades abordadas son independientes entre sí, solo pueden leerse si uno ingresa en ellas. Para hacerlo, es preciso salir del cuerpo, hacer uso de la imagen corporal y, por unos instantes, aceptar el riesgo de perderse entre las letras sin saber qué puede suceder. La experiencia sensible en las infancias existe en la ficción, la creencia y la ignorancia. No hay espejo antes de que suceda; nadie conoce su forma ni su sustancia. Sin embargo, pese a su autonomía, todas las complicidades narradas tienen en común el singular vacío, el suspenso y el ritmo con el que se constituyen y sobreviven en la gestualidad deseante.
Cada capítulo de este libro comienza con el dibujo de una complicidad. No pretende explicarla ni representarla; por el contrario, se trata de un montaje móvil de apertura hacia otras dimensiones, para entrar en la intriga que genera lo desconocido.
La infancia es revolucionaria y sensible, porque siempre es otra. Nace y muere en secreto.
Los niños y las niñas son hijos e hijas de las complicidades del tiempo, torbellinos en los que se inicia la curiosidad y donde se aloja la natalidad originaria de la imaginación.
La niñez anida en los refugios de la imagen del cuerpo; las tiernas cicatrices enmarcan la memoria carnal disparatada de la ficción hecha en resonancia corporal. Al jugar, las infancias crean la intimidad e intensidad cómplice, vestigios sorprendentes de creencias asombradas, montajes arrebatados, sensibles, de una pluralidad que se escapa.
Lo esencial de la ficción en los más pequeños es que la encarnan, acontecen en ella misma. No juegan para comprender, sino para ser. Rompen el significado de las cosas, crean otras, juegan lo que no existe y, al hacerlo, atraviesan el umbral del cuerpo por medio de la imagen. En la experiencia infantil, algo falta o sobra: nunca encaja en un molde, en un estadio del desarrollo o en un diagnóstico. Siempre inconclusa, ella genera la fecundidad de un vacío cómplice, sensible. Es la apertura para la puesta en juego de la imagen corporal.
La experiencia sensible de la infancia es el destino y la esperanza de la humanidad. Las complicidades son constituyentes y, a su vez, son constituidas a través de la experiencia que realizan. Nunca son una metodología, sino el movimiento en el que se juega y escenifica la niñez.
Por Esteban Levin
[Fragmento extraído de la Introducción]
Esteban Levin
Licenciado en psicología, psicomotricista, psicoanalista, profesor de educación física, profesor
invitado en universidades de Argentina y otros países.
Autor de numerosos libros y artículos en diversas publicaciones especializadas nacionales e internacionales.
Título: Complicidades sensibles en la clínica con las infancias