"Cualquier propuesta de renovación del currículo, de la estructuración de sus contenidos, de los métodos de enseñanza o de los sistemas de evaluación debe realizarse, es decir hacerse real, en la acción cotidiana de profesores y alumnos en las aulas", escribe Juan Ignacio Pozo, en el primero de los artículos que presentamos en esta nueva edición de Ensayos y Experiencias, y esta afirmación va a ser el hilo conductor de un conjunto de indagaciones acerca de las concepciones que operan en las prácticas de enseñanza aprendizaje. Coordinado por Montserrat de la Cruz y Nora Sheuer, este número reúne a prestigiosos investigadores de diversas universidades abocados a la tarea de articular sus saberes a las necesidades del campo educativo. Ese lugar central de los enseñantes y sus alumnos, tantas veces declamado, indica ciertamente cuál es la perspectiva real y la concepción en juego, tanto respecto de las prácticas pedagógicas como de la función y proyección de las actividades de investigación. Representaciones, creencias, ideas, valores, pautas de comportamiento, constituyen el saber de los que enseñan. Darle un estatuto a esos modos de pensar y actuar la enseñanza, dilucidar las teorías y las concepciones implícitas, es hacerle lugar cada vez más a aquello que por "invisible" o difícil de medir y objetivar no deja de incidir de modo privilegiado en la tarea cotidiana escolar. Los saberes, llamados de oficio, son construcciones que llevan las huellas de los propios aprendizajes, las marcas de cada biografía escolar; a su vez, la dimensión formativa de la experiencia va conformando esas matrices de aprendizaje, determinadas personal y socialmente. Es desde allí, desde sistemas de creencias más o menos integrados o sistematizados, que se realizan las acciones educativas, y la apropiación de las nuevas propuestas teórico metodológicas. Transformar las creencias en conocimientos implica todo un proceso y un pasaje a otro estilo pedagógico. Un estilo que requiere de la revisión de las propias prácticas y de la reflexión crítica respecto de lo que se piensa y lo que se hace en sus encuentros, desencuentros y diferencias. Las consecuencias y efectos de estos textos apuntan al valor que tienen las representaciones de maestros y alumnos en sus aciertos y en sus obstáculos, en sus distintas referencias contextuales (institucionales, socioculturales), devolviendo a los actores principales del acto pedagógico la capacidad y potencialidad de apropiación de nuevos saberes y de producción de los cambios necesarios. Daniel Korinfeld