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La diversidad de experiencias protagonizadas por los seres humanos, que durante siglos se agruparon según una modalidad que se denominó familia, es lo suficientemente compleja como para estudiarla desde múltiples perspectivas. El hecho es conocido y aceptado por las distintas disciplinas, y la historia social, que se consideraba la tradicional vigía del tema, hoy no se limita a la recolección de datos y documentos que proponen evidencias, sino que explora el surgimiento y el modo de procesar esas diferencias. La irrupción de los derechos de las poblaciones excluidas, así como la presencia activa de las mujeres en situaciones y organizaciones económicas, temas leídos y estudiados desde el marco de la complejidad, incorporan esa intermitencia que ahora conduce a registrar otra historia: la que actualmente se transita apurando sentidos nuevos y deconstruyendo las interpretaciones de lo aprendido.
Eva Giberti tantea los horizontes que, invisibles, acompañan a las familias mientras ellas se construyen acumulando experiencias, necesidades y proyectos. Los horizontes, como fronteras entre lo deseado y lo posible, siempre están presentes, aunque sólo existen para quienes los convocan con la mirada o la metáfora. Esta mirada que surge de una disciplina psicológica y de una época atropelladora y cambiante será inevitable y venturosamente subjetiva.
Las organizaciones familiares son sujetos del enunciado y sujetos de la enunciación, este objeto nos exige tomar distancia y, paradojalmente, sumergirnos en las experiencias propias y de personas cercanas. En este volumen se apela a la complejidad del pensamiento, capaz de coadyuvar no sólo en la creación de conocimientos, sino en la creación del sujeto que habrá de formularlo.
Primera parteCapítulo 1. Los tiempos de los historiadores, de los antropólogos, de los sociólogos y de las incertidumbres
Capítulo 2. Las perspectivas teóricas en las organizaciones familiares
Capítulo 3. Registro de algunos cambios sociales
Capítulo 4. Vinculaciones intrafamiliares
Segunda ParteCapítulo 5. La violencia antigua y la actual. Parecidas, pero ahora acompañadas por especialistas que las nombran y las tratan como entidades con vida propia
Capítulo 6. El género, los géneros
Capítulo 7. Adolescencia
Tercera ParteLas organizaciones familiares en transformación permanente. Sacudidas y sorpresas Capítulo 8. Crisis, globalización, riesgo y fluidez
Capítulo 9. Modificaciones en los posicionamientos parentales
Capítulo 10. Adolescencia: algunas modificaciones
Capítulo 11. Las nuevas técnicas reproductivas
Capítulo 12. La presencia de los transgéneros en las nuevas organizaciones familiares
Capítulo 13. Los medios de comunicación
Capítulo 14. Las clasificaciones de las familias
La diversidad de experiencias protagonizadas por los seres humanos, que durante siglos se agruparon según una modalidad que se denominó familia, es lo suficientemente compleja como para estudiarla desde múltiples perspectivas. El hecho es conocido y aceptado por las distintas disciplinas, y la historia social, que se consideraba la tradicional vigía del tema, hoy no se limita a la recolección de datos y documentos que proponen evidencias, sino que explora el surgimiento y el modo de procesar esas diferencias. Vivimos y estudiamos una historia que se caracteriza por su intermitencia y sus arritmias, si se la compara con los análisis lineales y direccionales que caracterizaban la metodología que en épocas anteriores se utilizaba para recorrerla e interpretarla. Los cambios en los que se consideraban los sentidos de la historia han fragmentado la orientación de los análisis, particularmente en lo que remite al surgimiento de temas que habían sido omitidos, invisibilizados por los textos que los historiadores prepararon. La irrupción de los derechos de las poblaciones excluidas debido a su etnia y/o a su pobreza, así como la presencia activa de las mujeres en situaciones y organizaciones económicas (marginada en los documentos que se pretendieron reflejos de la realidad), temas leídos y estudiados desde el marco de la complejidad, incorporan esa intermitencia que ahora conduce a registrar otra historia: la que actualmente se transita apurando sentidos nuevos y deconstruyendo las interpretaciones de lo aprendido. Lo cual genera malestares y oposiciones que nos conducen a rechazar aquello que otrora se dictaminó como aceptable, repudio que actualmente parte desde nuestros propios otros sentidos. Esos otros sentidos están cercanos a las asignaciones políticas de donde emergen y mediante los cuales pretendemos transformar el mundo. O sea, caminar más allá de lo propuesto y de lo ya transitado.
La creciente complejidad social del panorama argentino sugiere un análisis, descripciones e interpretaciones, que incluyan los intereses expresados por los alumnos de la Maestría. Esta autorreferencia fue imprescindible en la selección de los temas que se desarrollan en este volumen. Será a partir de esos intereses entramados con las áreas disciplinares de la Maestría y con mis convicciones, dudas y reflexiones, que se diseñaron los conocimientos que este libro expone, y que implican la construcción de una realidad representada por quienes, mediante significaciones, discursos y dispositivos técnico-teóricos, formamos parte de las organizaciones familiares que describimos. Práctica compleja si se tiene en cuenta que el conocimiento apunta al objeto de estudio, del cual provenimos y formalizamos en la propia familia. Sujetos del enunciado y sujetos de la enunciación, este objeto que se conceptualiza como organizaciones familiares nos exige tomar distancia y, paradojalmente, sumergirnos en las experiencias propias y de personas cercanas.
En paralelo, los sujetos que construyen conocimientos forman parte de los entornos en los que las organizaciones familiares desenvuelven sus opciones y sus proyectos, de manera que esos sujetos precisan contar con su autonomía intelectual para crear e inventar sus propias conclusiones y sus tesis y a resignificar lo aprendido. En este volumen se apela reiteradamente a la complejidad del pensamiento, capaz de coadyuvar no sólo en la creación de conocimientos, sino en la creación del sujeto que habrá de formularlo.
El texto arriesgará generalizar (como si fuese posible referirse a cambios, modificaciones en los comportamientos de los miembros de las organizaciones familiares), sin discernir si se trata de familias urbanas o rurales, o cualquier otra identificación.
Apelaré a la eficacia de una creencia popular: cuando se habla de familia, todo el mundo entiende de qué se trata, asumiendo el riesgo, puesto que no sabemos qué quiere decir todo el mundo, expresión lo suficientemente abarcativa como para carecer de consistencia; además, desconocemos el sentido que se le otorga a entiende. Dicha ambigüedad es la que le imprime fuerza a esa creencia que se jerarquiza como una suposición aceptada de consuno.
Los documentos informan acerca de modelos de convivencia que el imaginario social de las clases medias urbanas suponía adscriptos a cambios inaugurales protagonizados recientemente en el ámbito de las relaciones intrafamiliares. Tal creencia resultaba del desconocimiento de otras formas de vida o estilos familiares mantenidos en penumbra por la información periodística. El narcisismo de clase, que tiende a centralizar en las propias experiencias los códigos que se supone deben regir in omnia mundi, condujo a eludir el conocimiento de las variedades convivenciales que pueblan, no diría el planeta, pero sí las vecindades. La cronicidad del pensamiento indiferente acerca de lo que otros seres humanos hacen con sus organizaciones familiares, como parte de la vida social compartida, podría depender de la consideración hacia esas personas / otras clasificadas como inferiores.
Ese narcisismo, socializado por las pulsiones de apropiación que conducen a incorporar -lo más velozmente posible- las corrientes culturales que emergen desde Estados Unidos o Europa, autoriza a los diversos sectores de las diferentes clases sociales a modernizarse, a estar de onda, copiando modas y costumbres cuya inspiración no provenía de las pautas convencionales aprendidas en sus propias familias.
Pero esas corrientes culturales trajeron consigo las informaciones provenientes de los nuevos movimientos sociales, de las minorías sexuales, de los movimientos de mujeres y de los grupos indígenas que jaquearon y jaquean constantemente la realidad conocida. En la Argentina, además de la visibilización de estas presencias, existentes de antaño y omitidas por las lecturas del pensamiento hegemónico, se sumaron las novedades de las asambleas barriales, de las fábricas recuperadas asociadas con los organismos de derechos humanos, así como la expansión de los agrupamientos piqueteros y de trabajadores desocupados. Todos estos surgimientos indican el incremento de la capacidad reflexiva y autonutriente de estas presencias paulatinamente organizadas.
Procuré tantear los horizontes que, invisibles, acompañan a las familias mientras ellas se construyen acumulando experiencias, necesidades y proyectos. Los horizontes, como fronteras entre lo deseado y lo posible, siempre están presentes, aunque sólo existen para quienes los convocan con la mirada o la metáfora. En este libro, la mirada que surge de una disciplina psicológica y de una época atropelladora y cambiante será inevitable y venturosamente subjetiva.
Diferentes de los horizontes invisibles, las cronologías que constituyen un referente metodológicamente obligado ordenan los hechos, hilvanando un recorrido que no garantiza la certeza acerca de cómo transcurrieron las historias de quienes se conglomeraron en las organizaciones familiares. El tiempo cronológico, estricto, material, políticamente correcto en todas las épocas, debe detenerse para que resulte posible atrapar el segmento ordenador que permita interpretar las historias. Tal como lo escribió Shakespeare: El pensamiento, siervo de la vida, y la vida, juguete del tiempo, y el tiempo, que rige el mundo entero, deben detenerse.
El pensamiento, la vida y el tiempo deben detenerse, coagulados en documentos y testimonios que nos conduzcan a recrear lo que se tornó antiguo y memorioso. A partir de estas pausas, compaginamos nuestros horizontes con los relatos de aquellos que construyeron sus vidas, sus pensamientos y la dimensión relativa de su tiempo, mientras preparaban, sin saberlo, su relación con nosotros, sobre el borde de estar-en-común.
Eva Giberti
Licenciada en Psicología (UBA). Asistente Social (Facultad de Derecho -UBA). Doctora Honoris causa en Psicología (Universidad Nacional de Rosario), Doctora Honoris Causa en Psicología (Universidad Nacional Autónoma de Entre Ríos). Ex docente en el Posgrado de Violencia Familiar (UBA). Ex docente invitada en la Especialización en Derecho de Familia, (Facultad de Derecho - UBA). Ex codirectora de la Maestría en Ciencias de la Familia (UNSAM). Actualmente docente en el Posgrado de Psicología Forense (UCES), Titular de la Cátedra Abierta Violencias de Género (Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Misiones). Docente invitada en universidades latinoamericanas. Actualmente Coordinadora del Programa Las Victimas contra las Violencias ( Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, desde el año 2006). Fundadora de la Escuela para Padres de Argentina (1959 hasta la actualidad). Recibió el Premio Konex de Platino 2016, dedicado a Humanidad, por sus Estudios de Género (2016). Conferencista invitada en congresos nacionales e internacionales. Entre sus libros: La familia a pesar de todo, La Adopción, Incesto paterno/filial, Tiempos de Mujer, Políticas y Niñez, (en colaboración), Vulnerabilidad, desvalimiento y maltrato infantil en las organizaciones familiares, Madres excluidas (en colaboración), Hijos del rock, Hijos de la Fertilización Asistida (en colaboración) y otros.
Título: Familia, a pesar de todo, La
Autor/es:
Eva Giberti
Colección: Familia/s
Materias: Familia - Abuso sexual - Género - Psiquiatría