Mucho se ha debatido acerca del significado de algunas palabras y de lo que ellas connotan. Las épocas, los paradigmas dominantes, la producción académica, van indicando direcciones: discapacidad, necesidades educativas especiales, integración, educación especial, inclusión. Sin desestimar la importancia que encierran los términos, es nuestra intención, en este volumen, asomarnos a la vida cotidiana de aquellos niños que sobrellevan alguna discapacidad física o emocional, temporaria o permanente, y que, como todo niño, tienen derecho a aprender, a desarrollar sus potencialidades y a compartir su vida con los otros. ¿Qué significa ser portador de una discapacidad en la conformación de la subjetividad, en el desarrollo intelectual? ¿Cuánto hace el contexto para acentuar o atenuar la dificultad? ¿Siempre la integración al jardín de infantes común es beneficiosa, o a veces ser “uno más entre los pares” resulta mejor? A continuación, especialistas en la atención de niños con discapacidad acercan a los maestros de escuela común algunas pautas para el trabajo, analizando, además, prejuicios y falsas creencias. Niños portadores de déficit intelectuales, en la atención, o con discapacidad visual, motora o auditiva llegan muchas veces a la escuela común, y es allí donde hay que realizar adecuaciones curriculares, adaptaciones en el espacio, en los tiempos y en las actitudes. Es allí cuando es necesario informarse, y analizar interdisciplinariamente cuál es la mejor propuesta para acompañar en el inicio de la escolaridad a niños y familias que conllevan diferentes niveles de dolor, de aceptación y de esperanza.