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En una época en que la complejidad de las problemáticas que llegan a los servicios de Salud Mental interroga a los profesionales en sus posibilidades de dar respuestas, este libro propone rescatar las dimensiones de apuesta e invención como fundamentos de la labor clínica.
De este modo, se busca abrir un debate en torno a ciertas prácticas con que se aborda el sufrimiento psicosocial de niños, niñas y adolescentes en la actualidad. Se interpelan cuestiones como las internaciones, los usos y abusos de los diagnósticos, los casos sociales, la utilización de la contención física y la (des)articulación intersectorial, entre otras. El objetivo es problematizar concepciones y prácticas iatrogénicas que muchas veces se encuentran naturalizadas y plantear alternativas posibles.
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Uno de los principales méritos de los escritos que componen este libro es que enlazan prácticas cotidianas en servicios y recursos académicos de investigación, indagando con riesgo y valor. Considero que se trata de un libro de lectura y debate necesario para quienes trabajamos en el campo de la Salud Mental, y especialmente para quienes lo hacen con personas que no han llegado a la edad adulta.
(Del prólogo de Alicia Stolkiner)
Parte 1. Gravedad en la clínica, dificultades en el abordaje
I. Casos sociales, ¿qué rol implican para los profesionales de la Salud Mental?
Abordajes desde los servicios de Salud Mental
Límites de lo (inter)disciplinar
El rol de los profesionales de la Salud Mental
Dar testimonio
II. Entre la función burocrática y la apuesta singular
Guido
Nadia
Dos posiciones posibles
Parte 2. El diagnóstico en Salud Mental
III. Entre la (des)calificación y el acto de conocer
De qué se habla cuando se habla de diagnóstico
El objeto de estudio/intervención/diagnóstico en Salud Mental
Diagnóstico y estigma
IV. Cómo ver más allá del cuadrado
Las leyes de la percepción
El diagnóstico categorial
El lenguaje científico
¿Qué clase de ciencia es la Psiquiatría?
Hacia nuevos modos de conceptualizar el padecimiento
Algunas preguntas
Parte 3. La internación de niños, niñas y adolescentes
V. Esos locos bajitos
El niño y el Otro
El juego precede al niño
Lo disruptivo
Entre la puesta de límites y la construcción de legalidades
Que sean niños los niños
VI. Episodios de excitación psicomotriz: ¿qué contención?
Entre el cuidado y el control social
El sábado de Gabriel
Pensar la contención
VII. La multiinstitucionalización como modalidad de abordaje
Organismos intervinientes en las institucionalizaciones
Algunos escenarios de la institucionalización
Internaciones psiquiátricas en hospitales de la CABA
Alojamientos en instituciones de albergue
La multiinstitucionalización como modo de respuesta
Hacia la conformación de un verdadero sistema
Epílogo. Cambiar el mundo
Realidad social, institucional y de los pacientes, ¿imposibles de modificar?
Salidas
El sentido de la formación
Cambiar el mundo
El propósito de este libro es plantear un debate en relación a ciertas prácticas profesionales a partir de las cuales suele abordarse el sufrimiento psicosocial de niños, niñas y adolescentes en la actualidad. Dichas prácticas forman parte de un campo de la Salud Mental que se caracteriza por su heterogeneidad y por estar atravesado por profundas contradicciones.
Siguiendo los lineamientos de la medicina social/salud colectiva latinoamericanas, consideramos al proceso salud-enfermedad-atención/cuidado como un objeto complejo. Así pues, las formas de intervención sobre las enfermedades y los padecimientos que produce una sociedad determinada constituyen un componente que no puede ni debe excluirse del análisis sobre los modos en que las personas viven, se enferman y mueren.
Emiliano Galende (2015) sostiene, refiriéndose al ámbito de la atención en Salud Mental, que tanto los servicios como las prácticas que realizan los profesionales forman parte determinante de la evolución de las problemáticas de los sujetos. Es por ello que proponemos hacer foco en cuestiones como las internaciones, la sujeción mecánica terapéutica, los usos y abusos de los diagnósticos, las derivaciones a la deriva y la (des)articulación intersectorial, entre otras, con el objetivo de repensar concepciones y prácticas profundamente iatrogénicas que muchas veces se encuentran naturalizadas por algunos actores del campo como la única alternativa posible.
Los textos que componen el libro se encuentran organizados en tres partes y un epílogo.
La primera parte se titula Gravedad en la clínica, dificultades en el abordaje. Se trata de dos términos yuxtapuestos que, tanto juntos como separados, se escuchan cada vez con mayor frecuencia en el discurso de los profesionales del campo de la Salud Mental. Resulta preciso, entonces, interrogar dichos términos, tanto en sí mismos como en las relaciones que puedan existir entre ambos.
Surgen así preguntas como, por ejemplo, qué procesos son los que se significan en las instituciones como agravamiento de la clínica y qué tipo de dificultades encuentran los profesionales en el abordaje de las problemáticas que se constituyen como demandas de atención en Salud
Mental en la actualidad.
Las dificultades en el abordaje, ¿dan cuenta por sí mismas de un agravamiento en la clínica o quizás hablan también de la inadecuación de las herramientas utilizadas? Y, finalmente, ¿cuáles son los procesos históricos, sociales y políticos que no pueden ignorarse al analizar estas cuestiones, si se pretende evitar que nuestras disciplinas se transformen en discursos cerrados sobre sí mismos?
Los dos capítulos que componen esta parte intentan abordar estas cuestiones, haciendo hincapié en las distintas posiciones que pueden adoptar los profesionales ante el encuentro con el mencionado núcleo problemático.
La segunda parte, El diagnóstico en Salud Mental, consta de dos capítulos que tienen un objetivo en común: proponer la elucidación según Cornelius Castoriadis, el trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan (Fernández, 2002: 17) de una práctica central en el abordaje profesional del sufrimiento humano. Si bien la práctica diagnóstica se extiende por la mayoría de las disciplinas de la salud, en el caso de la Salud Mental adquiere características particulares que deben ser estudiadas en profundidad.
Ante el avance que está tomando en los últimos años el proceso de medicalización de la vida, cabe estar advertidos de que el diagnóstico en Salud Mental puede constituirse en un arma de doble filo. Por un lado, un buen diagnóstico resulta esencial a la hora de orientar las intervenciones; pero, por el otro, cuando se producen abusos o malos usos, se corren graves riesgos, como ser la estigmatización de los sujetos y la individualización de problemáticas cuya génesis no debería pensarse por fuera de los procesos históricos, sociales y familiares en que éstas se inscriben.
En el tercer apartado, La internación de niños, niñas y adolescentes, se abordan distintas cuestiones relativas a esta modalidad de atención en Salud Mental. Siendo este dispositivo el eje de los cuestionamientos que se realizan al modelo psiquiátrico clásico, se intenta abrir la discusión sobre algunas particularidades que adquiere dicha práctica en el caso de los niños, niñas y adolescentes.
La Ley Nacional de Salud Mental (Ley Nº 26.657, de 2010) caracteriza a la internación como un recurso de carácter restrictivo, que solo podrá ponerse en práctica cuando aporte mayores beneficios terapéuticos que el resto de las intervenciones realizables en el entorno familiar, comunitario o social. Para el caso particular de las internaciones de niños, niñas y adolescentes, al determinar la Ley 26.657 que se debe proceder con ellas de acuerdo a lo establecido para las internaciones involuntarias, quedan definidas como un recurso terapéutico excepcional, que sólo podrá llevarse a cabo en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios y cuando, a criterio del equipo de salud, mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. No obstante, la internación continúa teniendo un lugar central entre las respuestas que proporciona el Estado a los niños, niñas y adolescentes que se encuentran sufriendo, ya sea debido a patologías mentales, o bien a causa de situaciones de vulneración socioeconómica.
Por último, en el epílogo se hace particular hincapié en las implicancias que las distintas modalidades de abordaje profesional del sufrimiento tienen en las subjetividades, no sólo en las de quienes consultan sino también en las de los propios profesionales. Se plantea que existe un fuerte riesgo, en la coyuntura actual, de que los servicios de Salud Mental puedan terminar constituyéndose en aparatos de captura. Este concepto, desarrollado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, permite ubicar instituciones o relaciones sociales en las que la máquina deseante y el devenir se han estancado, y todo intento de producir algo nuevo resulta impedido (Ferioli, 2015). Se torna imprescindible, entonces, crear condiciones de trabajo que nos posibiliten desempeñar con deseo, creatividad y alegría la práctica clínica.
Más allá de los cuestionamientos que se encuentran en estos textos hacia diversos aspectos de los servicios de Salud Mental, es preciso mencionar que la numerosa existencia de dispositivos de escucha (muchos de ellos atravesados por el psicoanálisis) constituye un capital invaluable, y a veces no valorado, del Sistema de Salud de la Ciudad de Buenos Aires y de muchas jurisdicciones de la Argentina. Lejos de dar por obvio que esto seguirá siendo así por los años de los años, se trata de algo a defender. Consideramos que dicha defensa sólo será posible si existe un trabajo activo por hacer de este campo profesional un espacio que continúe convocando y relanzando el deseo de quienes lo conformamos.
Alicia Stolkiner
Licenciada en Psicología, hizo su formación en Salud Pública en la Escuela de Salud Pública (UBA, 1985). Previamente cursó una Maestría en Psicología Clínica (UNAM). Doctora Honoris Causa (UNER). Profesora Titular Regular de Salud Pública y Salud Mental de la Facultad de Psicología (UBA). Profesora del Doctorado Internacional y de la Maestría en Salud Mental Comunitaria (UNLa), de la Maestría en Salud Mental (UNER) y de otros posgrados nacionales y extranjeros. Dirige la Maestría en Infancias y Juventudes (UADER).
Inició su carrera docente académica en la UNC en 1974, entre 1977 y 1984 la continuó en la Universidad Nacional de México, llegando a cargo de Profesora concursada, y luego en la UBA desde 1984 y en la UNLa desde 1998.
Investigadora Categorizada I, directora desde 1994 de Proyectos de Investigación financiados por UBACyT, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, la UNLa y el IDRC/CIID de Canadá. Ha dirigido becarios de maestría, doctorales y posdoctorales de CONICET, de UBACyT y de la Organización Panamericana de la Salud. Ha sido durante diez años Coordinadora del Nodo Argentina de la Red de Investigación en Sistemas y Servicios de Salud del Cono Sur, financiada por el IDRC/CIID de Canadá con sede en la FIO-Cruz, Brasil. Ha dirigido numerosas tesis de grado, maestría y de doctorado y recibido rotantes extranjeros en el equipo de investigación. Ha publicado dos libros en coautoría y numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales con y sin referato, así como publicaciones de divulgación y material para actividades docentes. Desde 1992 dirigió proyectos de Extensión Universitaria que articulan con programas de Salud/Salud Mental. Coordinadora del Equipo Interdisciplinario Auxiliar de la Justicia de la CONADI, Secretaría de Derechos Humanos de la Nación desde 2010. Fue Presidente de la International Association of Health Policies y es actualmente miembro de la Coordinación Colegiada de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social, ALAMES.
Coordinadora de la Maestría en Infancias y Juventudes, de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos- UADER, desde julio de 2021. Ha recibido los siguientes premios y distinciones: Doctora Honoris Causa (UADER), Distinción por "Excelencia Académica" (UBA, 2017), Premio a la Trayectoria del Observatorio de Salud de la Facultad de Derecho (UBA, 2015). Premio a la Producción Científica y Tecnológica (UBA, 1993). Premio "Universidad" (UNC, 1972) por promedio más alto de la promoción.
Alejandro Michalewicz
Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires). Realizó su residencia en Salud Mental infantojuvenil en la Ciudad de Buenos Aires. Es docente e investigador de la Cátedra II de Salud Pública/Salud Mental de la Facultad de Psicología (Universidad de Buenos Aires). Participa como investigador del estudio Evaluación de los servicios en Salud Mental en la niñez y sus modalidades de cuidado en las provincias de Buenos Aires, Chubut y Jujuy: su adecuación a la Ley Nacional de Salud Mental, financiado por Salud Investiga y con coordinación en la Universidad Nacional de Lanús. Se desempeña como psicólogo en un centro de Atención Primaria de la Salud del municipio de San Martín. Realiza atención psicológica con orientación psicoanalítica de niños, adolescentes y adultos en su consultorio privado.
Título: Prácticas en Salud Mental infantojuvenil
Subtítulo: Entre la hospitalidad y el hospitalismo